Carta blanca en el Geralds Bar de Gros

El Geralds Bar fue idea y proyecto de un australiano que vino a vivir a Donosti hace un par de décadas y decidió aportar un toque diferente dentro de la oferta local. Hoy día ya no reside en nuestra ciudad pero, junto con otros asociados, su esencia perdura y su buena fama se ha mantenido. Vamos a enumerar algunas cosas que nos gustan de este sitio y alguna que puede que a alguien no le haga tanta gracia:

Decoración clásica, con aires de bistró, que incluye manteles y servilletas de tela así como cubiertos y servilleteros de plata.
Su concepto de carta blanca. Es su mayor distintivo, que consiste en confiar en el menú que el chef haya decidido. Puede que no todas las mesas tengan lo mismo, esto dependerá del número de comensales y del ritmo con que se agoten los productos, así que no hay que extrañarse si a los de la mesa vecina les sacan algo diferente. Si es un sólo comensal tendrá únicamente un primer y segundo plato, pero a partir de dos personas por mesa servirán dos primeros platos para compartir y que así puedan probar cosas distintas. Por supuesto, las alergias/fobias/manías avisadas de antemano también serán tenidas en cuenta. Precio: 22€ bebidas que no sean agua no incluidas. Más caro que un menú del día habitual.
Para quien no se atreva con la carta blanca hay opciones en su carta a la vista (ver foto en la galería).
Materias primas de primera calidad. Ejemplo de que se escogen y preparan con cariño, las aceitunas y almendras preparadas, carnes de denominación y fama reconocidas u hortalizas de productores locales.
La música en vinilo, principalmente soul y jazz. El disco que suena lo dejan a la vista por si sientes curiosidad de saberlo.
Personal agradable que te explica en detalle y conoce el producto y su preparación. Por supuesto, excepto en la carta blanca, donde no sueltan prenda hasta que te lo presentan.